martes, 27 de marzo de 2012

CAMBIO HORARIO



Esta mañana ya me había hecho un poco al cambio del tono de luz. El estómago aun se queja. A la una y media ya está gruñendo. En un par de días lo tengo domesticado.

Por la noche hay que avisar a los antidisturbios para meter a los niños en la cama. Y por la mañana ufff...

Al menos cuando salga de trabajar, algunas veces, aun quedará algo de claridad.

lunes, 19 de marzo de 2012

¡VIVA LA PEPA!





El primer año viví casi al inicio de la Avenida. Casi más cerca de San Fernando que del centro de Cádiz. Tanto es así que los gaditanos a eso le llaman Puerta de Tierra, o la Avenida. Vivir en Cádiz, para ellos, es vivir en el centro. O sea, de Puerta de Tierra para adentro. Entonces, para distinguir una cosa de otra, al centro le dicen "En Cádiz, Cádiz" (bueno, en realidad la "z" no suena, pero la pongo por eso de la ortografía).
 
Lo que más me gustaba de entonces era la vuelta de la Universidad. Cogía el autobús, me bajaba algunas paradas antes, y regresaba al piso por el paseo marítimo, o directamente por la playa.
 
Para el siguiente año me fui a otro piso en Cádiz, Cádiz. Al lado de la plaza de Candelaria. Ese año aprobé solo una asignatura. Y fue en Septiembre. Eso sí que fue "¡Viva la Pepa!". Pero me pasaron muchas cosas. Casi más que nunca.

Caminar por Cádiz, Cádiz a mí me alucina. Es como un laberinto. Vas por una callecita estrecha, y de pronto aparece el mar. Hay días que andando tranquilamente, das la vuelta a una esquina, y el viento te tumba sin apenas darte cuenta. Te tienes que agarrar a las ventanas, o pegarte a la pared.

Si ya estás en Septiembre, desde cualquier rincón escuchas los ensayos de las agrupaciones de Carnaval. Es una delicia pasear por esas calles húmedas, sombreadas y con los muros de piedra ostionera, mientras escuchas la melodía de un cuplé. Son muchos los motivos por los que un paseo por Cádiz es recomendable. Los tres años que viví por allí acostumbraba a hacerlo. Lo echo de menos.

Pasé más de una vez por San Felipe. Está lleno de placas conmemorando el primer centenario de la Constitución. Por dentro es una Iglesia no especialmente grande. Hace dos siglos Cádiz debió de ser un hervidero. Me impresionan algunos artículos tan revolucionarios para la época. Aunque realmente, doscientos años, en el fondo, no es tanto.




miércoles, 14 de marzo de 2012

DESFILADEROS


Me avisaron por la noche.

-Tu padre esta muy grave. Vente urgente.

Algo me decía que era una verdad a medias. Nada parecía tener sentido. Nos fuimos los tres a más de seis horas de viaje en las que iba repasando una a una, hasta la locura, todas las posibilidades.

No podemos seguir así. Tiene que cuidarse más con esa hipertensión tan alarmante. Tenemos que controlar todo bastante más. Desde que murió mi madre, se ha descuidado un poco. Que sí. Que 64 años no es mucho, pero los corazones débiles no pueden dejar de controlarse. Así que a partir de ahora todo va a cambiar (no sabía cuanta razón llevaba en esta afirmación). A partir de ahora no vamos a descuidar más que tiene que mantener unos mínimos cuidados y chequeos. A partir de ahora irá al cardiólogo al menos una vez al año…  pero solo cuando no hay remedio se encuentra siempre una solución definitiva.

Cuando llegué al hospital de madrugada, me despeñé por un barranco. Hoy, precisamente hoy, hace seis años de aquello y aun no me he golpeado contra el suelo.

 

viernes, 9 de marzo de 2012

LA VIDA


Los niños duermen,
ya son más de las diez.
La tele anuncia
ropa de El Corte Inglés.
Y tú te tumbas
en el sofá de tres
mientras yo pienso,
¡ay Dios, qué tarde es!

jueves, 1 de marzo de 2012

YA LO SABÍA

Sí. Ya lo sabía. Sabía que algún día, aquello que me produjo instantes de amargura y de ansiedad, se iría mudando en una nostalgia dulce y próspera. Una melancolía nada parecida al sufrimiento que me angustiaba. Sin embargo, en el peor momento, yo ya intuía esa metamorfosis.

Recuerdo con serenidad aquellos tiempos, casi infantiles, en los que un primer amor apenas dejaba espacio en mi pecho para respirar, en los que una mirada no correspondida daba paso a un fracaso sin amparo, y en los que un examen se me antojaba una losa imposible de levantar.

Más tarde, algunos estresantes episodios laborales parecían llevarme a un oscuro y peligroso callejón sin salida. En todos los ámbitos viví situaciones límite que a pesar de su apariencia crucial, no duraron más que ese instante concreto.

Incluso los años en que mis padres fallecieron, me veo en ellos fortalecido por un vínculo más robusto y duradero con mis hermanos. En una compenetración casi total acerca de nuestra tarea a realizar en aquella época.

Ahora el tiempo pasa más deprisa y sigo con la certeza de que estos instantes, da igual si arduos o dichosos, en otro tiempo tendrán una vaga y lejana fortuna, una conocida y acostumbrada tristeza amarillenta que me hará verlo todo con una serenidad y control poco usuales.

Es entonces cuando advierto que los demás me señalan y murmuran si no estaré loco al parecer tan impasible y tranquilo ante una adversidad. Pero lo que no saben, lo que no sospechan, es que yo sé que algún día, no sé cuanto tiempo después, eso que yo siento ahora, por muy difícil se torne, será como un destello de felicidad.